Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Hay un momento clave durante los primeros minutos de El origen (Inception), en el que Cobb (Leonardo DiCaprio), un espía y ladrón de información corporativa, explica a una joven y brillante estudiante de arquitectura: "Los sueños nos parecen reales mientras estamos en ellos y es sólo al despertar cuando nos damos cuenta de que había algo extraño".

A partir de ese punto, el director Christopher Nolan inicia la creación de una pieza inusualmente compleja e inteligente, sobre un grupo de especialistas en seguridad que penetran y roban secretos e información privilegiada de poderosos corporativos, entrando en el subconsciente de las personas a través de los sueños. La ejecución de esta premisa, sin embargo, no es tan simple.

Nolan y su equipo hacen un verdadero trabajo de construcción en todos los sentidos; sus personajes crean escenarios y ciudades en las cuales colocan al sujeto del sueño, quien llena los espacios con sus proyecciones y sus secretos, introduciendo nuevos dilemas que añaden mayor complejidad en la trama. Sin embargo, Cobb acepta un trabajo que implica más que extraer información confidencial del subconsciente del heredero (Cillian Murphy) de un poderoso industrial y sembrar en él una idea completamente nueva, lo que implica ir más profundo e incluso destruir sus concepciones previas.

En determinado momento y con tantos actores dentro de un sueño colectivo que visualmente llega a retar la capacidad de asombro, es difícil saber cuál de los subconscientes está poblando y llenando el lugar con sus ideas. La lógica en la historia de Nolan no permite distracciones y exige todo el tiempo del espectador.

En El origen hay un director, pero hay muchos realizadores trabajando en una gran película. El departamento visual tiene momentos grandiosos cuando muestra a Ellen Page como la arquitecta onírica de ciudades completas o cuando representa un sueño que se colapsa. Hans Zimmer crea una sutil pero imparable banda sonora que imprime un ritmo de urgencia que hará a muchos descubrirse impacientes aun en momentos en que todo parece hacer una pausa.

Pero en el filme se esconde también una historia más sencilla que habla de la irrupción de la memoria en nuestros sueños, la resistencia a matar a la gente querida y el lastre de los recuerdos dolorosos que impiden seguir adelante. En ese terreno es donde los actores —particularmente DiCaprio y Marion Cotillard— entran y lo hacen maravillosamente.

Es posible que Christopher Nolan no sepa el tamaño del bien que su trabajo ha hecho al cine desde que se lanzó a dirigir su primera cinta a finales de los noventa. Amnesia, Insomnia, Batman inicia, El gran truco y El caballero de la noche son cintas perdurables, y con El origen, el director se ha superado a sí mismo. Nolan ha materializado un sueño.