MI OTRO YO

DIRECCIÓN: Jodie Foster
TÍTULO ORIGINAL: The Beaver (2011)
PAÍS: Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos
GUION: Kyle Killen
FOTOGRAFIA: Hagen Bogdanski
MÚSICA: Marcelo Zarvos
DURACIÓN: 91 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Junto a cada nota elogiosa que se ha escrito respecto a la actuación de Mel Gibson en The Beaver, no deja de advertirse cierta sorpresa por su notable trabajo, como si los escándalos del ámbito privado que lo involucran, además de sacarlo de circulación por un tiempo, le hubieran quitado talento.

La fuerza que tiene Mi otro yo, tercera película como directora de Jodie Foster, se encuentra en Gibson, quien interpreta a Walter Black, propietario de una empresa de juguetes, quien atraviesa una profunda depresión que, "como una tinta que mancha todo lo que toca", lo ha distanciado de su esposa y sus dos hijos y lo ha llevado a intentar el suicidio como última salida para dejar de sentirse miserable.

Una noche, dentro de un contenedor de basura, Walter halla una marioneta de felpa, un castor a través del cual encuentra la vía para acercarse y relacionarse de nuevo con la gente, hablando a través de él y poniendo a salvo a su familia y al resto del mundo de los peores aspectos de su personalidad. El logro del actor es convertir al muñeco de tela en un personaje real y autónomo, al grado de lucir absolutamente perdido sin él en la mano.

La historia apunta desde sus primeros minutos a ser una suerte de fábula sobre la depresión ("ese agujero negro que se traga todo cuanto se le acerca"), en la que el castor se convierte en la figura amable, pero que al mismo tiempo permite ver algo más profundo sin resolver en el hombre a través del cual vive.

Hay aspectos que, sin embargo, no permiten a Foster redondear su filme. Por un lado, el guion de Kyle Killen toma hacia el final una salida fácil, melodramática y algo complaciente, asumiendo equivocadamente que un enfermo depresivo necesita redención. Por el otro, hay una subtrama que involucra los devenires estudiantiles y amorosos del hijo del protagonista, que si bien no resulta completamente desvinculada de la trama principal, no logra integrarse a ésta de manera lógica.

Cuánto de Mel Gibson logra proyectarse en esta cinta, es irrelevante. El talento del hombre para crear personajes está ahí. Es lo que importa.

 
 
 
 
       

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