UN PASEO POR LAS TUMBAS

DIRECCIÓN: Scott Frank
TÍTULO ORIGINAL: A Walk Among the Tombstones (2014)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Scott Frank; basado en la novela homónima de Lawrence Block
FOTOGRAFÍA: Mihai Malaimare Jr.
MÚSICA: Carlos Rafael Rivera
DURACIÓN: 114 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Un paseo por las tumbas es quizá uno de los mejores thrillers policiacos del 2014. Adaptación de la novela homónima de Lawrence Block, en la historia resuenan ecos de Se7en y El silencio de los inocentes, pero también de episodios recientes de crímenes de serial killers que se asumen protagonistas de un juego de ingenio, como el caso de los francotiradores de Washington que se solazaban en sus crímenes hasta caer en el exceso de confianza y desafiar a las autoridades.

El personaje central es Matt Scudder (Liam Neeson) un policía retirado que trabaja como investigador sin licencia, y quien es contratado por un distribuidor de droga, cuya esposa fue asesinada y abandonada en pedazos por unos secuestradores. Su único objetivo: identificar y ubicar a los responsables.

Alcohólico en recuperación, pero con un código que lo mantiene del lado de la ley, Scudder rechaza el trabajo hasta que descubre que no se trata de un caso aislado, que no es la primera vez que los asesinos actúan y que no son improvisados: escogen a traficantes para extorsionar, pues por razones obvias no pueden acudir a la policía y asesinan por placer.

El director Scott Frank, quien además es responsable del guion, logra una pieza sólida de suspenso sembrando a lo largo del desarrollo momentos que elevan el nivel de tensión y que no se agotan en establecer la identidad de los criminales. Parte del ritmo está determinado por el armado a contrarreloj de un rompecabezas y la necesidad de llegar antes del siguiente crimen.

Un paseo por las tumbas arrastra a su personaje al terreno de las decisiones moralmente ambiguas y va llenando el trayecto con pinceladas de sordidez: las víctimas son mujeres, violadas y torturadas, pero Frank tiene el atino de no volver su sometimiento parte del espectáculo cinematográfico, sino que deja la violencia fuera del campo de visión.

Si bien, el evento que lleva al expolicía del bar al salón de reuniones de AA se siente como el recurso fácil del melodrama televisivo, su alcoholismo en receso le da cierta entidad dramática. Sus pasos en el relato no sólo son parte del inventario moral que intenta hacer de sí mismo, sino que van incorporándose de una extraña manera a su programa de rehabilitación de 12 pasos.

Hay un tono pesimista que atraviesa la película entera. La historia sucede en una Nueva York oscura de finales de los noventa, donde los habitantes de la gran ciudad temen por el apocalipsis informático del Y2K, ignorantes de lo que les espera a la vuelta de la esquina. Scudder es una rara avis entre ellos, reacio al uso de herramientas tecnológicas como computadoras y teléfonos móviles. Es el héroe crepuscular perseguido por sus pesadillas, a punto de ser comido por los tiempos nuevos, pero íntegro al final de día.

 
 
 
 
  

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