Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
Sin ser, ni de lejos, una gran película, una de las sorpresas más agradables en la cartelera de este otoño es Plan de vuelo, el cuarto largometraje del alemán Robert Schwentke, cuya trama se acerca mucho a la de Misteriosa obsesión, el filme de 2004 rodado por Joseph Ruben.
En esta cinta, Kyle Pratt (Jodie Foster) y su hija Julia se ven obligadas a realizar un vuelo Berlín-Nueva York para trasladar los restos del jefe de familia, fallecido en Alemania en condiciones por demás trágicas, pues todo hace parecer que se trató de un suicidio.
Ambas vuelan a bordo de un evolucionado y enorme avión —diseñado por Kyle— que cuenta con dos pisos de asientos y todos los servicios imaginables. Dado su estado anímico, madre e hija deciden usar las filas desocupadas en la parte trasera del avión para poder dormir bien. Tres horas más tarde Kyle descubre que la pequeña ha desaparecido de su lado.
La historia da un giro completo, abandona su ritmo semilento y se vuelve de veras interesante cuando la búsqueda comienza: nadie recuerda haber visto a la pequeña, su pase de abordar y su maleta no parecen estar a bordo y de acuerdo con algunos datos obtenidos en tierra, la niña simplemente parece no haber subido a la nave.
El director juega y deja al espectador jugar con varias posibilidades; sin embargo, algo va quedando claro conforme pasan los minutos, y es que toda la evidencia parece señalar que la pequeña Julia nunca estuvo a bordo.
A diferencia de Misteriosa obsesión, ya citada antes, Plan de vuelo no sugiere siquiera la presencia de un elemento sobrenatural; en realidad, la idea de este airbus gigantesco de alta tecnología permite quedarse con la idea de una búsqueda inagotada, al tiempo que la paranoia terrorista va permeándolo todo.
Seamos sinceros, una vez que el filme llega a sus minutos finales y el enorme misterio se revela, la conclusión se vuelve predecible (de hecho, es inevitable pensar desde un inicio que la experiencia de Kyle en la ingeniería de aeronaves será un factor decisivo en la trama).
No obstante, la cinta va de menos a más. Conducida de la mano de Jodie Foster, quien lleva sus temores al límite de la cordura, la película hace que uno se cuestione verdaderamente qué parte de todo aquello es realidad. La soledad del personaje en medio de 400 personas que la creen perturbada es patente y algún crédito hay que darle por ello al realizador.
El trabajo no es para nada redondo, pero se deja ver. Los giros en la historia no dejan de ser una sorpresa agradable, sobre todo cuando la cartelera está de capa caída. Vaya pues, Plan de vuelo no es definitivamente una cinta de premio y es evidente que Jodie Foster ha empezado a aceptar trabajos menores, pero hay cierta creatividad en su hechura que la vuelve atractiva. |
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