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Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
"Un gran poder viene con una gran responsabilidad". Aquella frase que se popularizó hace ya algunos años y que se incorporó a la mitología de los superhéroes humanos e imperfectos de los cómics modernos, se ha convertido en el eje de la primera cinta del director Josh Trank, la cual se narra el origen de un héroe, sólo que en un contexto menos idealizado, cruel, adverso y netamente humano.
Andrew (Dane DeHaan) es un adolescente retraído, solitario y enojado con la vida. Su madre sufre de insuficiencia pulmonar; su padre es un bombero retirado, alcohólico y maltratador, y su único amigo en el mundo es su primo Matt (Alex Russell). Un día, el joven decide hacer una crónica en video y dejar testimonio de su vida, tomando distancia de su propia tragedia familiar, así que toma una cámara casera para llevarla a todos lados. Desde ese momento, la película adquiere el punto de vista de la cámara, subjetiva y titubeante que intenta darle mayor realismo al relato.
La vida de Andrew, Matt y Steve (Michael B. Jordan, otro estudiante de la misma escuela), cambia radicalmente una noche cuando descubren un extraño agujero en medio del bosque y una cueva a la cual deciden entrar, encontrándose con un algo inexplicable que les da el poder de volar, controlar y modificar objetos sólo con la fuerza de la mente. Los personajes cambian emocionalmente en la medida que se hacen más fuertes en el uso de sus poderes; sin embargo, cada uno termina siendo alcanzado por su propia historia personal, y es ésta la que determina de qué lado de los valores absolutos terminarán.
En El protegido, M. Night Shyamalan planteaba que el superhéroe era un personaje imposible sin la furia y el odio ciego fuera de control que lo obligara a intervenir para modificar el curso de las cosas. No existía tanto la bondad innata como la necesidad de parar la destrucción de su propio mundo y preservar a los suyos.
Antes despreciado, víctima de abusadores, Andrew empieza a capturar en video su propia transformación y evolución, dejando registro de cómo sus habilidades ponen a prueba su propia madurez, así como de su reacción ante sucesos trágicos cuyo curso no puede ser modificado de ninguna manera. La cinta se va sumiendo progresivamente en la oscuridad, justamente porque sus personajes se vuelven más complejos y las ambiciones.
Al margen de su discreto, pero convincente despliegue visual que permite el asombro por lo fantástico, Chronicle permite acercarse al género de superhéroes desde las pulsiones y los conflictos internos de quienes se esconden tras una máscara y un disfraz, humanos en todo caso con cualidades extraordinarias. |
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