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PULP FICTION. TIEMPOS VIOLENTOS

DIRECCIÓN: Quentin Tarantino
TÍTULO ORIGINAL: Pulp Fiction (1994)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Quentin Tarantino, Roger Avary
FOTOGRAFIA: Andrzej Sekula
MÚSICA: Varios
DURACIÓN: 154 minutos

 
       

Héctor Campio López| @campiolopez

A los 31 años, Quentin Tarantino ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes con Pulp Fiction, su segunda película oficialmente conocida. Para aquellos que nos criamos con la celeridad hiperkinética de los años noventa, la película fue la emulación de una realidad social tangible si no en carne propia, sí a través de los medios de información que reportaban la violencia explícita como algo habitual.

Antes de Pulp Fiction el mundo del hampa en el cine había tenido su mejor paradigma en El Padrino de Coppola. Ahora la transgresión brutal a la ley se instalaba en tiempos modernos e integraba elementos de una pretendida sociedad marginal: las apuestas, el sadomasoquismo, la cultura junkie, la comida rápida y el lenguaje plagado de altisonancias.

En su momento, Pulp Fiction resultó un desafío a la capacidad de asombro al instalar elementos extraños en una (cuatro en realidad) historia gangsteril. ¿Qué tenía qué ver la música surf con una pareja de ladrones asaltando un restaurante? Nada, pero ayudó revivir el gusto por un ritmo olvidado en los anaqueles de las tiendas de discos. ¿John Travolta todavía estaba vivo? Un poco mofletudo sí, pero su actuación le valió la nominación al Oscar como Mejor Actor en 1995. Insólito después de haberlo visto en Mira quién habla.

Hay tres elementos que sobresalen en Pulp Fiction. Ante todo, es su estructura narrativa la que define su importancia en la historia del cine. Y quien diga que William Faulkner lo había hecho ya en El ruido y la furia, dice la verdad. El detalle es que no lo registró en el celuloide. A doce años de distancia, cruzar historias, narrar desde diferentes ángulos y hacer regresiones, es un recurso habitual de varios directores de cine para sorprender a incautos.

El humor negro ocupa también un lugar destacado en la cinta. Si en Perros de Reserva, su película de 1992, Tarantino mostró a la crueldad como hermana de la comedia, ahora se engolosina con el encanto de lo grotesco y su parentesco con lo chusco.

En tercer lugar hay que reconocer la naturalidad con que transcurren los diálogos. Su ligereza y trivialidad se pasan por alto porque rara vez intervienen en la trama. Prolongados medium-shots a uno o dos actores que entretienen con conversaciones irreprochables desde el sentido común, son gran parte de la película y de su ingenio.

Vincent (Travolta) y Jules (Samuel L. Jackson) hacen una pareja magnífica de asesinos a sueldo y protagonizan situaciones de sangre fría en el bajo mundo del hampa de Los Angeles. A su alrededor orbitan un boxeador con un dilema de lealtad (Bruce Willis), la esposa (Uma Thurman) de un poderoso gángster (Ving Rhames), criminales de poca monta y toda una fauna de personajes urbanos. En ese mundo, el azar consigue que nadie sepa en realidad quién será su verdugo.

Hoy se puede acusar a Tarantino de influir con la cultura chatarra a decenas de artistas (cineastas incluidos) y embrujarlos. Su ejercicio creativo en Pulp Fiction (el de convertir lo vulgar en algo chic) se ha trivializado a tal grado que ahora la mercadotecnia del mainstream encuentra en los arrabales su fuente de inspiración.

Su cinta contribuyó en mucho a que en nuestros tiempos lo underground se volviera pop.

 
 
 
 

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