REBELDES CON CAUSA

DIRECCIÓN: Walt Becker
TÍTULO ORIGINAL: Wild Hogs (2007)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Brad Copeland
FOTOGRAFIA: Robbie Greenberg
MÚSICA: Teddy Castellucci
DURACIÓN: 97 minutos

 
       

Héctor Campio López | @campiolopez

Si alguien ya le dijo que Rebeldes con causa (Wild Hogs) es un tobogán de emociones de principio a fin, no titubee y créalo, porque esta película de Touchstone Pictures, escrita por un tal Brad Copeland, tiene un timing tan preciso para manejar el humor, que al primer minuto de comenzar la historia ya tiene a la gente carcajeando.

El cartel de la película adelanta, con el retrato de cuatro cincuentones vestidos de motociclistas, la idea general de la trama, pero se reserva insinuar más al espectador sobre el festín delirante de simplezas que le harán desear una segunda parte.

En sus momentos menores, Rebeldes con causa recoge escenas típicas del accidente imprevisto (profusamente explotadas en los ochenta con la serie Loca Academia de Policía, por ejemplo), y en los mejores, crea situaciones que podrían pertenecer a cualquier capítulo de Los Simpson en sus mejores años.

Los personajes centrales son cuatro hombres, con vidas ordinarias, que se reúnen semanalmente como una pandilla de motociclistas. A cada uno corresponde un rol superficialmente definido, pero suficiente para elaborar secuencias graciosas clave: un hombre de familia responsable (Tim Allen), un farsante (John Travolta), un hombre sometido a su mujer (Martin Lawrence) y un geek introvertido (William H. Macy).

Impulsado por el hartazgo de sus vidas, el grupo decide emprender un viaje en motocicleta, sin ruta definida, sólo por el placer de hacer una pausa en su rutina diaria. En el camino se topan con una banda de motociclistas liderados por Ray Liotta que los hace ver su suerte, así como con una mujer (Marisa Tomei) que funciona para la ineludible historia de amor.

A la hora de la comedia, Tim Allen y Martin Lawrence encajan a la perfección en roles que explotan sus respectivos talentos, e incluso no necesitan de muchos aspavientos para hacer reír. A John Travolta y William H. Macy la historia procura explotarlos como pareja, en situaciones de una ambigüedad que apunta al homoerotismo.

Lo mejor de la cinta es la ausencia de tono moralizante. Nadie resuelve su crisis de ansiedad de manera definitiva ni imparte lecciones de vida. Para su fortuna, el público presencia a un grupo de hombres viviendo aventuras como si se tratara de adolescentes. Aunque todo apunta a la pena ajena, el director permite mirar al grupo con mucha simpatía.

Hay, además, una atinada selección musical que incluye clásicos como "Slow Ride", de Foghat, y "Highway to Hell", de AC/DC. No se pierda la aparición especial del easy rider Peter Fonda.

 
 
 
 
       

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