RED DE MENITRAS

DIRECCIÓN: Ridley Scott
TÍTULO ORIGINAL: Body of Lies (2008)
PAÍS: Estados Unidos, Reino Unido
GUION: William Monahan; basado en la novela de David Ignatius
FOTOGRAFÍA: Alexander Witt
MÚSICA: Marc Streitenfeld
DURACIÓN: 128 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Si bien el cine estadounidense no ha visto la incursión en Medio Oriente como una guerra intrínsecamente inútil, sí ha sido particularmente crítico del sustrato ético que entraña un conflicto bélico que cuesta miles de vidas y cuya estrategia se delinea a miles de kilómetros de distancia. En Leones por corderos (2007), Robert Redford consiguió una muy acabada reflexión a partir de la discusión interna que se ha generado sobre el tema en círculos políticos, periodísticos y aun en las aulas de las universidades de la Unión Americana, mirando apenas de soslayo la realidad de los soldados en batalla.

En el otro extremo se ubica Red de mentiras, un intenso thriller de espionaje con una lógica en su propuesta visual y en su ritmo que no elude, sin embargo, hacer una reflexión profunda sobre los fundamentos de la lucha antiterrorista y que incluso logra conmover con un desenlace sombrío y el gusto semiamargo que dejan las heridas irreparables de las victorias.

Roger Ferris (Leonardo DiCaprio) es un agente encubierto de la CIA asignado a Medio Oriente, cuyo trabajo consiste en establecer los vínculos necesarios para llegar a una muy activa célula de Al Qaeda que ha puesto sus objetivos en Europa. Bajo una intensa presión, Ferris trabaja en ganarse la confianza de sujetos ligados al terrorismo islámico, su vida corre peligro todo el tiempo y frecuentemente se ve solo, a merced de su suerte en medio de operaciones fallidas, ordenadas a sus espaldas por su jefe en Washington, Ed Hoffman (Russell Crowe), quien toma decisiones de acción basado en lo que reportes escritos y unas cuantas pantallas de datos y video le indican en las oficinas de la Agencia.

La entraña de este relato es el personaje interpretado por DiCaprio. Trabaja para Estados Unidos, pero aun entre los suyos nunca sabe qué terreno está pisando exactamente; tiene que mentir, ocultar información y defraudar la confianza de personas que le tienden la mano —incluido el jefe de los servicios de inteligencia jordana (Mark Strong, estupendo) desconfiado tanto de los yihadistas como del amigo americano—, quienes dadas las circunstancias son sus únicos aliados en un lugar donde cualquiera desearía despellejarlo.

El juego de espejos, las lealtades siempre en juego y la conciencia inextinguible de al menos uno de los personajes aportan a partes iguales tensión e interés al filme. Es cierto que no hay elementos completamente originales, que las escenas de acción sacrifican la verosimilitud, pero la solidez del reparto y el mensaje político equilibran la balanza. A la muerte de Heat Ledger, no queda duda, Leonardo DiCaprio se ha quedado solo como el mejor actor de su generación; todo él —su personaje, quiero decir— es un manojo de nervios, demasiado bueno y demasiado humano. Ferris sabe que con o sin él la guerra seguirá, de modo que cada movimiento suyo implica una decisión ética respecto a cómo puede él solo modificar el mundo.

No conozco la novela de David Ignatius en la que se basa el guion de William Monahan, pero al igual que Syriana, Juego de poder y la mencionada Leones por corderos, Ridley Scott muestra que la patria es una gran mentira.

 
 
 
 
       

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