REENCARNACIÓN

DIRECCIÓN: Jonathan Glazer
TÍTULO ORIGINAL: Birth (2004)
PAÍS: Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos
GUION: Milo Addica, Jean-Claude Carrière, Jonathan Glazer
FOTOGRAFIA: Harris Savides
MÚSICA: Alexandre Desplat
DURACIÓN: 100 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Reencarnación (Birth) es una cinta interesante, con una historia que por momentos bordea el thriller psicológico y que llegada a un punto es sumamente convincente como confirmación de lo paranormal. Sin embargo, la película parece haber quedado inacabada en algún lado.

Diez años después de la muerte de su marido y un difícil proceso de duelo, Anna (Nicole Kidman) está por casarse de nuevo con un hombre bueno, llamado Joseph (Danny Huston) que parece quererla sinceramente.

En medio de varias situaciones aparentemente irrelevantes y otras como la de la fiesta en la que ambos piensan anunciar su compromiso, aparece un niño de diez años (Cameron Bright), que dice ser Sean, el esposo muerto de Anna, quien intenta impedir que ella se case. La historia y la actitud del niño son tan consistentes que varias de sus actitudes y expresiones resultan verdaderamente incómodas. No hay rasgos de que esté mintiendo; conoce todos los detalles e incluso es capaz de enfrentarse a un interrogatorio de la familia que provoca la mudez absoluta de todos en la sala.

La actuación de Cameron Bright (que no sé por qué, pero me recuerda muy bien la maldad oculta del anticristo de La Profecía) es tan buena que logra alterar completamente al personaje interpretado por Nicole Kidman, quien en una larga y formidable secuencia se ve sentada en el teatro, sin poder concentrarse, mientras su rostro se va desencajando, aplastada por la certeza de que Sean, su ex esposo, ha regresado.

La tan manida escena de Anna y el niño, desnudos en la bañera, es menos relevante de lo que parece; de hecho, no logra imprimirle propiamente ese toque erótico e íntimo que hace que uno se remueva. Mucho más contundente resulta, por ejemplo, una escena posterior en que ambos se besan en la semioscuridad de la planta baja donde ella vive, que si bien no deja de parecer un poco torpe de parte de él, sí transmite la idea de que algo fuerte está sucediendo.

Reencarnación se trata, pues, de un filme elegante y de buen gusto sobre un tema complicado que, no obstante, rehuye las salidas fáciles. Si bien, uno descubre que el relato tiene menos de misterio paranormal que de intrigante fábula dramática, el guion es bastante inteligente como para sostenerse hasta el final e involucrar a personajes que de arranque parecían aportar poco a la trama.

En todo caso, las fallas radican en otra cosa. La cinta no tiene toda la contundencia que parece; no es "brutal", pero pudo serlo a juzgar por las actuaciones de Bright y de Kidman. Es difícil saber en donde se establecieron las reservas para llevar este filme hasta sus últimas consecuencias; Reencarnación es una película muy buena, pero le faltó tomar el riesgo.

 
 
 
 
 
       

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