RUDO Y CURSI

DIRECCIÓN: Carlos Cuarón
TÍTULO ORIGINAL: Rudo y Cursi (2008)
PAÍS: México
GUION: Carlos Cuarón
FOTOGRAFÍA: Adam Kimmel
MÚSICA: Leoncio Lara, Felipe Pérez Santiago
DURACIÓN: 106 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Divertida e incluso con algunos momentos muy logrados, Rudo y cursi está bastante por debajo de lo que le ha atribuído cierto sector complaciente de la crítica. La historia no logra trascender nunca la anécdota para convertirse en una crítica formal del "sueño mexicano" o ser un retrato realista de cualquiera de los ámbitos que pretende reflejar.

La primera película de Carlos Cuarón como director es una comedia que añade pocas novedades sobre ese México tantas veces ridiculizado, representado por gente de clase baja y escasa formación que se encandila fácilmente con las Hummer, que se inquieta con las conductoras de telejuegos y sueña con la fama que ofrece la televisión. Es, ni duda cabe, una cinta festiva, llena de gags creados para el lucimiento de Gael García Bernal y Diego Luna, y dirigida a un público más o menos incondicional.

Sin embargo, para quienes descreen de Y tu mamá también —en la que ambos actores fincaron buena parte del prestigio con el que hoy cuentan— como hito del cine mexicano contemporáneo, Rudo y cursi puede resultar un filme entusiasta que se ve con simpatía, pero que difícilmente será valorada como algo más que entretenimiento menor.

Medios hermanos, Beto El Rudo Verduzco (Luna) y Tato (García Bernal) trabajan en una finca comercializadora de plátano en el ficticio municipio costero de Tlachatlán. Ambos tienen talento para jugar al soccer, pero mientras uno sueña con llegar a ser futbolista profesional, el otro sólo quiere convertirse en ídolo de la música grupera. La oportunidad para ambos llega cuando Batuta (Guillermo Francella), un cazador de talentos argentino, los recluta para jugar profesionalmente en la Ciudad de México.

Tato es un goleador natural y pronto se hace de un nombre como el Cursi Verduzco, lo cual le abre las puertas para grabar una canción y hacer un video musical. Pronto, la fama los alcanza a ambos, de modo que sin mucha sorpresa el director nos muestra los vicios por los que cada uno se verá devorado.

Cuarón alude a elementos de la realidad que por sí mismos podrían acercarse a la farsa, como el detalle del viejo narcotráficante-benefactor de Tlachatlán o el sueño de uno de los hermanos cruelmente realizado en un circo. Desgraciadamente, elige mantener el tono de caricatura sobre todos sus personajes, llevándose en la broma, con una rudeza que se antoja innecesaria, a las amas de casa que trabajan como distribuidoras de empresas multinivel.

Con una banda sonora bien elegida y la química entre los protagonistas a su favor, Rudo y cursi tiene deficiencias que la hacen un trabajo disparejo: no sólo se trata del problema de los actores para definir el acento de sus personajes (quienes hablan indistintamente como norteños y como gente de la costa), sino también en su fallida recreación del mundo del futbol profesional que prácticamente se desarrolla en su totalidad en campos amateurs, pero se traslada para la secuencia final al estadio de un equipo de primera división nacional.

La alegoría sobre el futbol y la vida que el director trata de introducir al final, se parece demasiado al paralelismo trazado por Match Point (Woody Allen, 2005) acerca de la pelota que toca la red durante un juego de tenis. La diferencia es que el director mexicano borda una pequeña tragedia sobre una parodia difícil de tomar en serio. La idea parece un tanto incompatible cuando los esfuerzos parecen estar más encaminados a conseguir una risa fácil del público.

 

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