EN BUSCA DE UN MILAGRO

DIRECCIÓN: Michael McGowan
TÍTULO ORIGINAL: Saint Ralph (2004)
PAÍS: Canadá
GUION: Michael McGowan
FOTOGRAFIA: Rene Ohashi
MÚSICA: Andrew Lockington
DURACIÓN: 98 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Condenado a convertirse en un filme del catálogo de la televisión nocturna, En busca de un milagro dista de ser un producto logrado, aunque hay que reconocerle algunos muy buenos momentos y 30 minutos finales emotivos e inspiradores.

Desgraciadamente, a los consumidores de basura para bajar de peso, a los miles que ya no pueden verse los pies por el tamaño de su vientre y a aquellos que conocen del deporte sólo por lo que ven en televisión, poco podrá decirles esta cinta, por varios motivos.

Ralph Walker (Adam Butcher) es un adolescente huérfano de padre, un tanto precoz, con algunos problemas en el colegio de sacerdotes donde estudia, y cuya madre se encuentra en el hospital. Todos los días, al terminar sus estudios, Ralph visita a su mamá y le cuenta sobre todo lo que hace, pero lejos de ponerse mejor, ella entra en coma. Los médicos dicen que sólo un milagro podrá despertarla, así que el muchacho va en busca de uno.

Intentando canalizar su energía, los sacerdotes lo integran al equipo de atletismo, en el que Ralph descubre que a sus 14 años correr y ganar la Maratón de Boston es imposible. Intentando conseguir un milagro para que su madre se recupere, el muchacho comienza a correr. Aún sin estar convencido del milagro, un sacerdote con un pasado como corredor olímpico (Campbell Scott) ve en el chico tal tenacidad y resolución que decide ayudarlo, con el único objetivo de que siga creyendo en que todo puede lograrse en la vida.

Aquí mismo hay que apuntar que el director Michael McGowan acusa una terrible falta de oficio para darnos una mejor historia sobre el difícil paso de un muchacho que intenta insertarse en un nuevo mundo en el que las responsabilidades y los primeros amores vienen aparejados de golpes, de enseñanzas y de anécdotas imborrables. Lejos de cintas como Cuenta conmigo (Stand by Me) y aun de inolvidables trabajos para televisión como Los años maravillosos, McGowan sostiene con dificultad el interés en tramos en los que el milagro no es el centro de las escenas.

Por otro lado, hay que reconocer un magnífico trabajo en la ambientación, no sólo en lo que se refiere al diseño de vestuario y a los escenarios de Ontario, Canadá, de inicios de los años cincuenta. La recreación de la Maratón de Boston de 1954, con todo y un tal John Bannon como ganador ficticio, convence sin necesidad de un gran despliegue y tomando en consideración que se trata de una producción de bajo presupuesto.

Con todo, En busca de un milagro tendrá su recompensa en la recomendación de boca en boca de un público receptivo a estas historias. El trabajo y el empeño que Ralph pone en su entrenamiento es un triunfo de la voluntad humana más que un milagro. El chico no reza, no aguarda a que Dios intervenga como genio de una lámpara a arreglar las cosas; se esfuerza, pone su corazón y sus fuerzas en cambiar lo que le es posible modificar. En el camino, y mientras escuchamos el mundano y hermoso "Hallelujah" de Leonard Cohen, el chico de 14 años obra un cambio en todos los que siguen la crónica de su carrera en las calles de Boston.

Pero como ya lo dije, esto no puede ser entendido por la gente que se atasca de comida frente a la televisión y luego pretende que un jabón casi mágico elimine 25 kilos de manteca, ni por aquella que cree que los milagros son realizados por figuras de yeso.

 
 
 
       

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