Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Senna es la historia de un hombre bendecido, uno de esos personajes que tienen un don que los hace excepcionales y cuyo talento se vuelve evidente aun para quien no participa en su campo. Construido de principio a fin con extraordinario material de archivo, entre el cual aparecen valiosas piezas inéditas, el documental de Asif Kapadia muestra no sólo el ascenso del brasileño desde las categorías menores del automovilismo hasta la Fórmula 1, sino su habilidad para conseguir triunfos imposibles tras accidentarse y remontar 15 posiciones bajo la lluvia o rodar decenas de vueltas con la caja de cambios trabada.

La mayor cualidad del montaje hecho por Kapadia es su empleo de pautas narrativas del relato tradicional en la elaboración del retrato biográfico de Ayrton Senna. No es sólo de él y su auto, compitiendo contra otros en una pista; esta historia se trata también de los adversarios, de las rivalidades dentro del equipo y las decisiones políticas que modifican condiciones y resultados que deberían ser estrictamente deportivos. De ahí que resulten invaluables las escenas captadas en las reuniones de pilotos previas a las carreras y el autoritarismo de Jean-Marie Balestre, el entonces presidente de la FIA, quien sostenía que no había mejor decisión que su decisión.

No importa cuánto se sepa de la trágica muerte de Senna en el circuito de Imola, Italia. La cinta llega a ese momento tras minutos de genuina tensión. No sólo se describen las dificultades que el piloto experimentaba en la última etapa de su vida para controlar el auto que manejaba (merced a modificaciones en el reglamento de carreras). El brasileño aparece peleando febrilmente por mayores y mejores condiciones de seguridad para los pilotos, al mismo tiempo que dos de sus compañeros sufren trágicos accidentes en la misma pista donde él moriría horas después.

A diferencia de otros trabajos, este documental transcurre todo el tiempo con voces en off, sin el usual formato de reportaje con cabezas parlantes. No se incluyeron imágenes posteriores al funeral de Ayrton Senna ni personajes que expliquen sus gestos o actitudes. El material es sumamente elocuente y es el piloto quien termina siendo, en amplios segmentos, el narrador de su propia historia.