SONATA PARA UN HOMBRE BUENO

DIRECCIÓN: Florian Gallenberger
TÍTULO ORIGINAL: John Rabe (2009)
PAÍS: Francia, China, Alemania
GUION: Florian Gallenberger
FOTOGRAFÍA: Jürgen Jürges
MÚSICA: Annette Focks
DURACIÓN: 134 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Con apenas un año de diferencia entre ambas cintas, Los niños de China y Sonata para un hombre bueno se ubican en el mismo contexto histórico (la Segunda Guerra Chino-Japonesa de 1937-1938) y narran una historia similar, la de un extranjero que, asumiendo el enorme riesgo y las consecuencias de sus acciones, salvó a chinos que de otra manera habrían sido asesinados por el Ejército Imperial Japonés.

De la segunda, dirigida por el alemán Florian Gallenberger, puede decirse que relata un hecho de mayor dimensión con una dosis de mesura importante que le impide caer en la idealización del personaje. Se empeña en rehuir las fórmulas más recurridas del melodrama, tratando de alcanzar un mayor grado de realismo y no conmover con recursos fáciles; desafortunadamente no siempre lo logra.

El relato se centra en la figura de John Rabe (Ulrich Tukur), el director de la filial china de la empresa alemana Siemens, justo en el momento en el que se iniciaba la ocupación de la ciudad de Nanking por parte de las tropas japonesas, hecho que terminaría en la masacre de más de 200 mil chinos y cientos, si no es que miles de casos de violaciones y abusos contra civiles y prisioneros de guerra.

A pesar de que el guion está inspirado en las notas que el propio Rabe llevaba en su diario, éste es presentado como un aristócrata forzado a actuar por las circunstancias. No es un hombre virtuoso destinado a salvar la vida de 200 mil seres humanos (lo cual terminó convirtiéndolo en una figura histórica), sino que evoluciona a partir de los hechos y de lo que otros actores, quizá con mucha más determinación, exigen de él en los peores momentos.

Esto, entendido como una virtud del filme, representa también un problema, ya que el relato está narrado casi totalmente desde la perspectiva de los extranjeros en el momento del sitio, dejando a los chinos como una gran masa sin rostro y sin participación en el drama. Gallenberger dirige bien a sus actores puertas adentro, pero no logra retratar la masacre y la tragedia humanitaria de aquel hecho histórico, de modo que la brutalidad es obviada y representada de manera algo esquemática por un grupo de generales invasores, malencarados e inflexibles.

El realizador se contiene demasiado al recrear la violencia y apenas si se permite un par de escenas de crudeza, insuficientes para dar una idea de las atrocidades cometidas por el mando japonés en Nanking. Incluso cuando se recrea la problemática que implicaba sustentar la zona de seguridad dentro de la cual se refugiaban 200 mil personas, el guion alude a preocupaciones como la escasez de alimentos, pero soslaya temas de apabullante realismo como el hacinamiento y los problemas sanitarios en el perímetro.

A pesar de sus buenas intenciones y la sólida actuación de su reparto, Sonata para un hombre bueno no es una cinta que permita dimensionar el legado de Rabe. No al menos cuando todo lo que parece hacer por miles de chinos lo hace sin ninguna interacción con ellos y sólo con la ayuda de otros occidentales.

 
 
 
 
       

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