Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Si El despertar de la Fuerza significó un reencuentro con el pasado luminoso de Star Wars, con gran parte de su elenco original y aun con elementos formales y narrativos que parecían una actualización de la trilogía original, Los últimos Jedi se vuelve una cinta de ruptura. “Deja morir el pasado, mátalo si es necesario”, se escucha decir a Kylo Ren (Adam Driver), el nuevo villano de esta historia, casi como una manera de anunciar que es necesario que la serie haga una transición generacional.

La cinta continúa donde J.J. Abrams la dejó. La Resistencia, liderada por la Princesa Leia (Carrie Fisher) sobrevive, prácticamente arrinconada por la Primera Orden, mientras que Rey (Daisy Ridley) ha viajado al otro lado de la galaxia para buscar a Luke Skywalker (Mark Hamill) y rogarle que vuelva a enfrentar a esta nueva tiranía surgida de las cenizas del Imperio.

Y aunque esos parecen ser los ejes sobre los que gira todo, el exterminio de los rebeldes, el entrenamiento de Rey en el conocimiento de la Fuerza y el enfrentamiento de Luke con su sobrino, seducido por el lado oscuro, el director Rian Johnson no logra la contención e incluso la sobriedad que la trama requiere. Las dos horas y 32 minutos de duración parecen, más que una necesidad narrativa, el resultado de una acumulación de personajes y situaciones que no fueron debidamente tratados en la sala de edición.

A pesar de ello, y de preguntas que otra vez quedan en el aire sin respuesta, Los últimos Jedi permite ver a un Luke Skywalker más sabio, avergonzado de haberse convertido en una leyenda y convencido de que los Jedi y lo Sith eran arrogantes al creer que controlaban la Fuerza, cuando ésta nunca ha pertenecido a nadie . Ese es el segundo momento de la película en que se habla de dejar atrás el pasado, pues un viejo conocido aparece para convencerlo de que incluso los viejos libros sagrados que contienen la sabiduría de la orden Jedi podrían no tener nada qué decirle a una nueva generación.

Los duelos con sables de luz, los combates de X -Wing rebeldes y las naves de combate de la Primera Orden vuelven a ser momentos para el despliegue de espectacularidad y efectos especiales, sin embargo, la pelea más deseada se queda en puntos suspensivos.

Al igual que en El Imperio contraataca (1980), al final de este episodio los buenos no pueden ocultar un enorme sentimiento de derrota tras ver prácticamente destruida toda su flota y sus recursos. Sin embargo, como menciona uno de los personajes, en espera del nuevo episodio que veremos en 2019, la guerra está apenas comenzando, veremos que la chispa de la Resistencia arderá de nuevo y que Luke no es el último Jedi. La expectativa será alta.