Juan Carlos Romero Puga | @jcromero
La teta asustada, segundo largometraje de la directora peruana Claudia Llosa, es un elocuente retrato de una generación de mujeres de pobre condición que más allá de la cruda circunstancia histórica a la que se refiere el filme, se encuentran marcadas por miedos atávicos, además de enfrentarse todos los días al galanteo más ruin y bajo de la barriada y a la violencia de clase de sus empleadoras, también mujeres.
El término "la teta asustada" que da nombre al trabajo, se refiere a una creencia entre habitantes de las zonas rurales del Perú, quienes aseguran que el miedo de las mujeres que fueron violadas o vejadas durante la guerra contra Sendero Luminoso, en los años ochenta, fue trasmitido a sus hijas por la leche materna como si se tratara de una enfermedad.
Fausta (Magaly Solier), la protagonista de la historia, es una de esas jóvenes. El miedo heredado no sólo la ha hecho recelosa, sino que la ha incapacitado de tal forma para el cariño que con el fin de garantizarse que nadie se atreverá a tocarla, se ha bloqueado fisicamente de una manera inverosímil —prefiero no dar detalles—, porque como ella misma dice "sólo el asco detiene a los asquerosos". En medio de los temores que la paralizan, el único lugar al que Fausta atina a huir es un rincón solitario donde puede cantar y conjurar temporalmente los horrores que la persiguen.
Alejada del melodrama y echando mano de recursos limitados (mostrando al fin y al cabo que menos puede ser más), Llosa apuesta a la sobria interpretación de su protagonista, a la naturalidad que de alguna forma le aportan otros actores no profesionales y a las imágenes de ese Perú barroco y aspiracional que nace y se reproduce en el pauperismo de algunas zonas donde los modelos de belleza se copian de la televisión y las carencias, la falta de piso firme y de estatus económico se suplen con papel brilloso.
No hay mucho más qué decir. La cinta nos pone frente a un personaje que trasciende el esquema trazado por el guion para volverse creíble, un ser humano real que pese a su excesivo retraímiento parece tan lleno de potencial que uno desea que le vaya bien. |