TITANES DEL PACÍFICO

DIRECCIÓN: Guillermo del Toro
TÍTULO ORIGINAL: Pacific Rim (2013)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Travis Beacham, Guillermo del Toro
FOTOGRAFÍA: Guillermo Navarro
MÚSICA: Ramin Djawadi
DURACIÓN: 132 minutos

 
       

Todo está puesto en superlativo. Los monstruos son colosales, las peleas pletóricas de fuerza, las concentraciones de rascacielos urbanos abismados en el deterioro, la humanidad en la meritita frontera con el Apocalipsis.

Grandilocuencia la de Guillermo del Toro. Vibrante. En algún año del futuro cercano –posterior a 2015, según se menciona en la película– narra la historia de la resistencia, una armada de jaegers (en alemán, guerreros gigantes, según aclara el propio filme) que se desarrollaron, en un esfuerzo global, para responder a la invasión de kaijus (dragón de fuego, en japonés), bestias extraterrestres, parientes del kraken en esteroides, que decidieron dominar el planeta desde una dimensión paralela y a través de una brecha que surgió en el Océano Pacífico.

Se disfruta el transcurrir de la anécdota, especialmente en lo referente a los monstruos: los jaegers son una variante hipertecnologizada de los transformers, pero activados por la conexión mental de dos pilotos-soldados que, a manera de lóbulos cerebrales, coordinan desde dentro toda la acción del guerrero.

Los camaleónicos kaijus tienen apariencia reptiloide. Remiten a Godzilla dominando los cielos de Tokio, si bien en este filme se encuentran en pleno Hong Kong. En el comparativo de estos titanes habrá que observarse que logran transmitir un carácter metálico en las armas humanas y biológico en las criaturas extraterrestres.

De las obsesiones de Del Toro se encuentran pocas en esta película de gran presupuesto (190 millones de dólares). Los refugios en el Metro, lugares en los que siempre busca resguardar bichos, como en Mimic (1997). Los monstruos de ojos arácnidos y mandíbulas dislocadas, fauces de múltiples hileras de dientes (que algo tienen de los monstruos de El laberinto del fauno, 2006). De ahí en fuera, tenemos una épica de talla extragrande, idónea en formato 3D, aunque cansan la vista sus 132 minutos de penumbra y contraluces.

Decíamos que son pocas las obsesiones tradicionales de Del Toro presentes en el filme. Debemos agregar una más, esta ocasión en el renglón actoral: la presencia de Ron Perlman (Hellboy, 2004). Por lo demás, se trata de actores poco conocidos, que muestran ejecuciones creíbles y adecuadamente moduladas a lo largo de la película. Que no haya una cara archiconocida entre los protagonistas Idris Elba, Charlie Hunnam, Rinko Kikuchi y Charlie Day, permite que la película gire en función a su propia historia.

La calidad de la cinta, los cuidados detalles, la atmósfera oscura, le confieren un carácter intenso, que le gana un sitio bien merecido entre la lista de las películas de invasiones extraterrestres que no hay que perderse.

 
 
 
 
       

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