TODO CORAZÓN

DIRECCIÓN: Michael Winterbottom
TÍTULO ORIGINAL: A Mighty Heart (2007)
PAÍS: Estados Unidos, Reino Unido
GUION: John Orloff; basado en el libro de Mariane Pearl
FOTOGRAFÍA: Marcel Zyskind
MÚSICA: Harry Escott, Molly Nyman
DURACIÓN: 108 minutos

 
 
 
 
   
 
 

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

El 1 de febrero de 2002, nueve días después de haber sido secuestrado en Karachi, Pakistán, Daniel Pearl, reportero de The Wall Street Journal fue decapitado por extremistas islámicos del Movimiento Nacional para la Restauración de la Soberanía de Pakistán.

Su ejecución fue videograbada y luego enviada a las autoridades y al grupo de amigos y compañeros que lo buscaban, su cuerpo apareció más tarde, cercenado en diez partes. En marzo de este 2007, Khalid Sheikh Mohammed, el cerebro tras los ataques del 9/11, hoy preso en Guantánamo, confesó haber sido el verdugo: "Con mi bendita mano derecha le corté la cabeza al judío estadounidense Daniel Pearl en la ciudad de Karachi, Pakistán... para quienes quieran confirmarlo, hay fotos mías en internet sujetando su cabeza".

Querámoslo o no, la muerte del periodista es en realidad el inicio de su historia; la brutalidad de las escenas era, pues, el mayor reto para el director Michael Winterbottom, quien en Todo corazón resuelve el asunto con su mejor recurso: el desempeño de sus actores.

Rodado con el mismo estilo semidocumental de su anterior trabajo (Camino a Guantánamo, 2006), apegándose lo más posible al testimonio de los involucrados, Winterbottom arma su historia a partir de lo que puede ser testimoniado y no desde lo que puede suponerse del caso.

A diferencia de lo que indican algunas críticas, Todo corazón cuenta con una edición apretadísima que impide que el filme caiga en el letargo de una temática de por sí difícil, pues intenta retratar las largas esperas que sucedieron a cada una de las comunicaciones de los jihadistas que tenían cautivo al periodista.

Aun cuando el trabajo sigue casi todo el tiempo a Mariane (Angelina Jolie), esposa de Pearl, y a los oficiales pakistaníes encargados de la investigación, el actor Dan Futterman logra proyectar la faceta humana y profesional del reportero del Wall Street Journal sin parecer un hombre demasiado bueno, lo cual suele volver inverosímiles los relatos de este tipo.

El filme es tan respetuoso como cuidadoso, pues si bien no fabrica héroes ni exalta el sufrimiento como virtud, tampoco se propone expresar una postura política sobre el terrorismo y Occidente. Las tomas de las calles, los decorados reales en Karachi, Islamabad y Rawalpindi permiten asomarse a la cotidianidad pakistaní, tanto como las incontables escenas en la casa donde se ve a una pareja originaria encargarse del servicio doméstico, mientras su hijo juega en el patio y los pasillos; nada más ajeno a los violentos jihadistas.

Sin embargo, con Todo corazón pasa lo que con otras cintas que se han ocupado de casos periodísticos, relacionados con otros episodios bélicos y políticos profusamente difundidos: su contención emocional no da espacio para grandes vuelcos melodramáticos, sobre todo cuando de antemano se conoce el final de la historia.

Lo mismo puede decirse de Angelina Jolie, quien explota realmente en el tramo final de la película, tras mantenerse serena y ecuánime a lo largo de una investigación de la que sólo es parte vía los informes de la investigación. Si su actuación es digna de reseña, se debe a que la actriz sacrifica casi en todo el glamour para caracterizarse como una mujer de raíces franco-cubanas, con poco más de cinco meses de embarazo. Quizás de lo mejor de su carrera.

Por momentos, Michael Winterbottom se acerca peligrosamente a la beatificación de su protagonista como paradigma de la mujer fuerte, pero hay elementos que le permiten llegar al balance. Por un lado, su cámara al hombro, que introduce la idea de que el público es observador intruso de un hecho real; por el otro, la sobriedad y el profesionalismo con que el cuadro secundario desempeña su papel (mención especial a Archie Panjabi, Irfan Khan).

Finalmente, hay que agradecer que el impacto de los acontecimientos se vea otra vez reflejado en las personas y en su círculo íntimo, dejando al margen valoraciones políticas globales sobre cuán culpable es Estados Unidos de esta barbarie. Si todos lo sabemos, ¿para qué subrayarlo?

 

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