Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

En julio de 2003, seis vascos presuntamente vinculados con la organización separatista ETA fueron detenidos en México. Su extradición y entrega a la justicia española fue un proceso largo y polémico que llevó casi tres años. Cinco eran hombres, sólo una mujer: María Asunción Gorrotxategui, conocida como La Rubia.

Es importante acotar lo anterior, porque Todos los días son tuyos, ópera prima del debutante y egresado del CUEC José Luis Gutiérrez, parecería estar basada en aquel caso, cuando en realidad no existe conexión.

La cinta tiene como protagonista a Eliseo (Mario Oliver), un fotógrafo de nota roja que a través de varios orificios en la pared espía y fotografía a su vecina María (Bárbara Lennie), una chica española que muere asesinada, haciéndolo el principal sospechoso.

Carvajal (Alejandro Camacho), el agente a cargo del caso, es obligado a incorporar a la investigación a una detective española a la que todos llaman La Rubia (Emma Suárez), interesada en dar con un grupo de etarras escondidos en el país y en hacerse de una libreta que la joven asesinada —aparentemente militante de ETA— custodiaba.

El énfasis de la historia está puesto sobre el explorado tema de la corrupción de los cuerpos policiacos mexicanos, no sobre el tema de la organización separatista ni su actividad en México. La diferencia de este filme con otros más o menos recientes es su tono impostado; sus personajes hablan —de uno y otro lado de la ley— como protagonistas de novela negra, con diálogos perfectos y estudiados.

Paradójicamente, Gutiérrez Arias es más realista cuanto más se acerca al esperpento. Su mayor logro es El Santanero (José Luis Ortiz), un mafioso comandante de la judicial que regentea un cabaret apodado así por su parecido con Juan Bustos, viejo vocalista de la Sonora Santanera. Carvajal, por otro lado, está basado en un modelo inoperante en México: el del policía investigador, en conflicto con la prensa, que pasa la noche en vela y que posee de urgencia a mujeres arrebatadoras en el piso de algún baño.

Todos los días son tuyos tiene el regusto de una de esas historietas impresas en sepia, apenas entretenida, de una sola lectura, sin marca perdurable en la memoria y, lamento decirlo, un producto que puede dejarse pasar. Ninguna lectura política, sólo ecos de un tema sobre el que en realidad nunca se tuvo la intención de abordar.