TRISTE SAN VALENTÍN

DIRECCIÓN: Derek Cianfrance
TÍTULO ORIGINAL: Blue Valentine (2010)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Derek Cianfrance, Joey Curtis, Cami Delavigne
FOTOGRAFÍA: Andrij Parekh
MÚSICA: Grizzly Bear
DURACIÓN: 112 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Contra lo que indica su cartel promocional, Triste San Valentín no es una historia de amor. Propiamente, la cinta del documentalista Derek Cianfrance narra el gradual deterioro que sufre una relación cuando para uno de los dos el trato y el contacto diarios se han vuelto poco menos que insoportables.

Nosotros llegamos cuando Dean (Ryan Gosling) y Cindy (Michelle Williams) llevan ya varios años de matrimonio y crían a una pequeña. Ella es una enfermera que luce un poco hastiada de sus obligaciones y él un pintor de casas para el que las cosas caminan razonablemente bien. Nada en el cuadro se asemeja a una crisis matrimonial. Artero, sin embargo, el director nos lleva al pasado, a los tiempos felices cuando ambos se conocieron y entonces el contraste es brutal.

Entonces, todo lo demás aparece frente a nosotros. Cindy era una estudiante brillante, con potencial para dedicarse a la medicina, pero con el mal tino de embarazarse de un pendejo; él no terminó la preparatoria, sus opciones para ganarse la vida eran limitadas, pero a cambio tenía un corazón de oro que lo hizo enamorarse y casarse con ella, asumiendo la paternidad de la bebé que nacería más tarde.

Ahí radica lo descorazonador del filme; ambos se ven tan bien juntos, tan felices y plenos en su dinámica de novios que parecen estar destinados a ser la pareja de un producto de fórmula en el que ambos terminan salvando todas las dificultades para quedarse juntos. Sin embargo, el final feliz no llega. El amor se acaba como parte de un proceso natural de desgaste; llegado el momento ella quiere más de su vida y él no ambiciona demasiado.

Las competentes actuaciones de ambos protagonistas y las atmósferas por momentos francamente deprimentes hacen que la cinta se sienta creíble en sus planteamientos y honesta en las emociones de su personajes. Sin llegar al tremendismo de Sólo un sueño (Sam Mendes, 2008) donde la vida misma se termina volviendo algo inmanejable, Triste San Valentín se ubica en un momento particularmente doloroso y deja abierto el futuro para la pareja. Cada quien elija cómo continúa esta historia después de los puntos suspensivos.

 
 
 

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