TRUMAN. UNA SONRISA A LA VIDA

DIRECCIÓN: Cesc Gay
TÍTULO ORIGINAL: Truman (2015)
PAÍS: España Argentina
GUION: Tomàs Aragay, Cesc Gay
FOTOGRAFÍA: Andreu Rebés
MÚSICA: Nico Cota, Toti Soler
DURACIÓN: 108 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga| @jcromero

Es curioso que la tristeza se encuentre presente durante todo este relato que sigue por cuatro días la búsqueda que Julián (Ricardo Darín) decide emprender para encontrar un hogar para Truman, su viejo y pacífico bullmastiff, el perro que ha sido su compañía desde antes de divorciarse.

El proceso de separación, sin embargo, es sólo la consecuencia inevitable de que Julián se enfrenta a un cáncer de pulmón que ha decidido irse a hacer turismo por todo su cuerpo. Él ha tomado la decisión de no someterse a más tratamientos y comenzar a hacer todos los arreglos necesarios de la manera más discreta posible, lo cual incluye cerrar todas las puertas abiertas sin ceder a los sentimentalismos o cometer la indiscreción de contarle todo a su hijo que está estudiando en Amsterdam y a quien no quiere inquietar.

Tomás (Javier Cámara), uno de sus más viejos amigos, ha decidido viajar desde Canadá — donde ya ha hecho su vida — para visitarlo, acompañarlo, apoyarlo económicamente y de alguna manera no planeada, para despedirse con la promesa callada de evadir a toda costa la sensiblería, resistiéndose a tener una charla de esas que obligan a bajar la guardia y que los hombres no se permiten con frecuencia.

El guion de Tomàs Aragay y Cesc Gay abre puertas y ventanas ante lo sombrío para que entre aire fresco, profana el íntimo momento de la despedida con un humor casi corrosivo y evita con derroches de inteligencia los golpes bajos de lo trágico; la forma de contar esta historia es sutil, se callan y se sugieren numerosas cosas y las lágrimas… esas permanecen bien guardadas para momentos de poética soledad compartida en los que, como decía Girondo,  las compuertas se abren para empaparnos el alma.

Desde el primer momento en que comparten escena,  los protagonistas construyen una película entrañable sobre el bien morir, que hace memorables incluso los momentos en que ambos comparten con Paula (Dolores Fonzi) — la prima agotada de ser la única que está ahí todo el tiempo, viendo el deterioro de Julián — ,   permitiendo que el espectador sienta la fuerza de la amistad que ahí hubo sin necesidad de ir atrás en el tiempo.

“Cada uno se muere como puede”, dice el protagonista, buscando que el humor negro lo salve de decir todo lo que siente, todo lo que la enfermedad le ha removido. Pero Truman va de todo lo contrario: no hay manera de planear una vida, mucho menos de concluirla como se quisiera, en silencio, como si nadie lo notase.

 
 
 
 
  

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