UN MUNDO RARO

DIRECCIÓN: Armando Casas
TÍTULO ORIGINAL: Un mundo raro (2001)
PAÍS: México
GUION: Rafael Tonatiuh, Armando Casas
FOTOGRAFIA: Alejandro Cantú
MÚSICA: José Navarro
DURACIÓN: 95 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

De corte quizás demasiado localista y con referentes más bien cercanos a los habitantes de la Ciudad de México, Un mundo raro es, no obstante, una cinta que destaca por insolente, desfachatada, cínica, imprudente e incorrecta, lo cual es una cualidad entre tantas cintas pretenciosas y malas.

Este primer largometraje del director Armando Casas aborda la historia de Salvador (Emilio Guerrero), un popular conductor de un famoso programa de televisión llamado El show de Tolín, quien es víctima de un secuestro exprés por parte de un par de hermanos, uno de los cuales, Emilio (Víctor Hugo Arana), es su admirador por lo que lo trata con excesiva deferencia en busca de una oportunidad como comediante.

Pese a que la historia está basada en una anécdota verídica, vivida por el guionista Rafael Tonatiuh, la verdad es que Un mundo raro se convirtió, aun sin quererlo, en la sátira del caso del cómico Paco Stanley, ejecutado el 7 de junio de 1999, aparentemente en un ajuste de cuentas del narcotráfico. Y es que las referencias sobran.

Salvador encarna justamente al comediante que frente a las cámaras se muestra simpático e ingenioso, mientras en su vida personal es un hombre prepotente y agresivo. Conduce un programa de media tarde en el que la safiedad priva; sus compañeros de cuadro son una modelo sin talento a quien llaman Dianita “la de las vueltecitas” (Ana Serradilla) y un patiño ridículo apenas más ignorante que la estrella del programa.

Sin tratar de pontificar sobre la tan manida inseguridad en la Ciudad de México y eludiendo con mucha fortuna el tono moralista, Armando Casas y Rafael Tonatiuh bordan una película muy entretenida y muy crítica —en el fondo— del hipócrita ambiente televisivo y sus ídolos de pies de barro.

Un mundo raro tiene en su favor el haber echado mano de actores poco conocidos por el gran público de la televisión, aunque no pudo evitar, en su momento, que dos o tres cómicos del horario triple A se sintieran aludidos por el personaje de Salvador, quien además de hacer concesiones a cambio de favores sexuales es un adicto a la cocaína, como otros a su alrededor.

La televisión, pues, dista de tener el oropel que muchas veces parece poseer; la plata que se ve a través del monitor no es más que papel aluminio, y la pretendida fábrica de sueños es en realidad una caja idiota a la cual, evidentemente muchos llegan no sin antes haber pisado a alguien o haber empeñado la dignidad.

 
 
 
 
       

CANAL RSS
YOUTUBE
CONTÁCTANOS


DISTRITO CINE. Los contenidos de este sitio están sujetos a una licencia Creative Commons 2.5, con excepción del material (fotos, imágenes, videos) procedente de terceros.