VALIENTE

DIRECCIÓN: Neil Jordan
TÍTULO ORIGINAL: The Brave One (2007)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Roderick Taylor, Bruce A. Taylor, Cynthia Mort
FOTOGRAFÍA: Philippe Rousselot
MÚSICA: Dario Marianelli
DURACIÓN: 122 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

No obstante trabajar con un guion que no toma todos los riesgos que podría, Jodie Foster y Terrence Howard son dos de esos raros actores capaces de convertir un filme poco menos que mediano en un producto que puede valer una recomendación, así sea tímida.

Por mucho, la pareja es lo mejor de Valiente, cinta que rescata la fantasía homicida que reside tras la ira de quien ha sido dañado por la escoria de la sociedad y de quien continúa siendo violado por las burocracias incapaces de hacer justicia.

Erica Bain (Foster) es una reconocida locutora de radio de Nueva York a punto de casarse. Sus planes de felicidad se ven frustrados una noche en la que ella y su novio son brutalmente golpeados durante un asalto, mientras pasean a su perro en Central Park. Tres semanas después, ella despierta de un estado de inconciencia para percatarse que el funeral de su prometido se ha realizado ya y de que su idílico mundo se ha venido abajo, generándole un doble sentimiento de enojo y miedo.

El director Neil Jordan transmite con habilidad y pocos elementos el sentimiento que lleva a los ciudadanos a armarse para sentirse seguros, luego de enfrentarse a funcionarios con cientos de expedientes por resolver y para quienes un crimen más o un crimen menos no hace diferencia. Lo que su película no alcanza a reflejar con toda su fuerza es la liberación que experimenta el individuo enfurecido que jala el gatillo buscando saldar su pérdida, ni la pulsión que lo lleva a hacerlo de nuevo.

La locutora encarnada por Foster es tomada en la trama como una vengadora anónima, una justiciera. No obstante, el guion la muestra más como una persona que reacciona ante el temor con lo que tiene a la mano, que como una mujer llena de coraje que asume el trabajo de hacer una limpieza de raterillos y delincuentes detestables.

En todo caso, el verdadero dilema moral está representado en Mercer (Terrence Howard), un detective de la ciudad que se ve obligado a revisar su propio papel como policía, con la obligación de frenar y escarmentar a quien, buscando hacer justicia, puede convertirse en un peligroso ejemplo para el resto de los ciudadanos.

Los momentos más ricos de la película, paradójicamente, carecen casi totalmente del elemento violencia. Foster y Howard sostienen una larga pelea con su propia conciencia y es ahí y en el desenlace de la historia donde reside todo el interés que puede despertar Valiente.

Desgraciadamente, el primer tramo del largometraje peca de idealización; uno encuentra en el personaje de Erica Bain a una comunicadora un tanto cursi que parece vivir en un mundo rosa, intocado por la realidad. Las escenas del romance que termina roto durante el asalto son innecesarias y molestamente insistentes sobre cuánto se quiere la pareja y qué felices son. De cierto modo, ese tono inicial de cuento de hadas polariza y simplifica equivocadamente el conflicto para volver todo una batalla entre buenos y malos.

La relativización de las virtudes es salvada solamente por un final moralmente ambiguo y por una Jodie Foster que entiende bien el personaje que representa, y que alcanza su mayor intensidad sólo cuando se encuentra frente a sus agresores.

Cuando al principio de esta reseña escribía que el guion no se arriesga en la medida que podría hacerlo, me refiero a que la protagonista no llega a despertar la misma repulsa que los criminales a los que se enfrenta; no llega a perturbar la conciencia del espectador, pues está continuamente protegida por un halo de víctima. Un poco más de cinismo habría complementado el increíble esfuerzo que hacen los protagonistas para aportar realismo a un guion que se arrepiente de sus excesos, que retrocede y que ni siquiera en su mundo de ficción se permite dejar a un asesino suelto.

 
 
 
 

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