Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Valiente podría ser un convencional cuento de princesas y hadas, pero le falta algo que la desmarca del numerosas cintas del género: un príncipe azul. En esta historia, Mérida, hija del rey Fergus y la reina Elinor, decide rebelarse contra la tradición que la obliga a elegir marido entre los príncipes de otros reinos, a quienes no tiene la mínima intención de conocer.

La nueva cinta de Pixar es en realidad un breve viaje de maduración emocional de sus dos principales personajes, madre e hija, quienes fracasan en su primer intento por balancear las necesidades de libertad e independencia de una con el apego de la otra a valores que considera importante conservar y que encuentra deseables en una princesa. Emotiva, sin ceder un ápice de inteligencia en sus ideas, la trama plantea cómo la falta de habilidad para resolver conflictos puede llegar a herir irreparablemente una relación.

Mérida busca quebrantar a su madre a la mala, usando la magia. Pero a pesar de que consigue transformarla en otra, en realidad el gran cambio comienza a operar en ella. Las circunstancias la obligan a ponerse en los zapatos de la reina no sólo volviéndose mediadora de disputas entre clanes, sino asumiendo el cuidado y la protección de otros miembros de la familia que la necesitan.

Es decir, en ese aspecto Valiente no se desvía demasiado del resto de los filmes animados del estudio Pixar, donde los protagonistas siempre van a la búsqueda de un poco más de sabiduría sobre el lugar que ocupan en el mundo y lo que quieren o aspiran a ser. Nada más sano en una cinta infantil que una joven que se rehusa a volverse invisible como la esposa de alguien más, con historia de romance conocida, y no destacar por sus propios méritos.

A las abundantes escenas de humor, sus tramos emotivos y una realización técnica impecable que pone cuidado en detalles que singularizan cada cuadro, a esta pieza le falta, sin embargo, aquel momento entrañable de aboluta pureza cinematográfica que antes tuvieron Up. Una aventura de altura, Ratatouille o WALL-E, y lo cambia por dos baladas que la acercan innecesariamente este peculiar reino de la Escocia medieval al maravilloso mundo de Disney.