VIAJE A DARJEELING

DIRECCIÓN: Wes Anderson
TÍTULO ORIGINAL: The Darjeeling Limited (2007)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Wes Anderson, Roman Coppola, Jason Schwartzman
FOTOGRAFIA: Robert Yeoman
DURACIÓN: 91 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Furiosamente honesta, en la línea entre un drama demoledor, una comedia inteligente y una farsa total, Viaje a Darjeeling es otra de esas cintas que podrían incluirse en un largo catálogo de filmes sobre viajes iniciáticos, si no fuera por la jodidez absoluta y la falta de entusiasmo y el desdén con que sus protagonistas encaran ese supuesto autodescubrimiento.

Su director, Wes Anderson —Los excéntricos Tenenbaum (2001) y Vida acuática (2004)— no sólo porfía en esa excentricidad que caracteriza a sus personajes, poniendo de paso su firma personalísima en cada trabajo, sino que deliberadamente los vuelve una suerte de extraterrestres enfermos de astenia, de los que termina sacando torrentes de humanidad.

A diferencia de los dos filmes anteriormente citados, aquí no hay una familia exactamente rota. Pasa que a un año de la muerte de su padre, los hermanos Whitman, Jack (Jason Schwartzman), Peter (Adrien Brody) y Francis (Owen Wilson) no se han visto ni han hablado en lo absoluto, así que toman la decisión de hacer un viaje espiritual, en tren, por la India, tratando de unirse de nuevo y poniendo sus esperanzas en la espiritualidad inherente a los lugares sagrados y a los rituales.

Todos llevan a cuestas un costosísimo equipaje de Louis Vuitton y nada parece hacerles falta; sin embargo, los rostros de este trío de actores no podrían ser más generosos en melancolía y dolor que erróneamente podrían ser traducidos como tedio.

Lo cierto es que ninguno de ellos ha creado realmente lazos afectivos estrechos ni se ha enfrentado al duro trabajo de identificar y externar sus emociones. El primer contacto real y honesto con la tragedia verdadera no les sucede sino hasta que llegan a un modesto poblado en el que un padre lava el cuerpo de su hijo muerto antes del funeral.

Esa imposibilidad de hablar entre ellos, hace que Jack se empeñe en ser un escritor de ficción, aunque le sea imposible llevar al papel otra cosa que no sea su propia vida. Francis ha salvado la vida tras chocar a toda velocidad en una motocicleta, pero narra el episodio sin emoción alguna, mientras se pone en la lengua gotas para anestesiar un dolor que nunca experimenta genuinamente.

No hay nada mejor que ese tono desesperanzado, que las miradas desdichadas de todos y cada uno de los personajes en la cinta, que parecen maldecir en silencio la suerte que cada cual tiene, pero cuyo panorama se vuelve rabiosamente optimista en un solo gesto, en un sólo momento. Para los hermanos Whitman, ese momento llega mientras corren al lado de las vías tratando de montarse en el ferrocarril que se escapa, mientras Francis se quita las vendas que muestran sus múltiples heridas en la cabeza y afirma ante sus hermanos que sus heridas no han sanado...

Anderson decidió incluir previo a su filme, un cortometraje de 13 minutos, llamado Hotel Chevalier, que no aporta demasiado al entendimiento de la película posterior, pero deja más claros algunos aspectos de ésta, amén de regalarnos el primer —y hermoso— desnudo fílmico de Natalie Portman. Viaje a Darjeeling tiene la firma de un director prometedor, con voz propia, que rompe esquemas sin romperlos realmente.

 
 
 
 
       

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