LOS VIAJES DE GULLIVER

DIRECCIÓN: Rob Letterman
TÍTULO ORIGINAL: Gulliver's Travels (2010)
PAÍS: Estados Unidos
GUION: Nicholas Stoller, Joe Stillman; basado en el libro de Jonathan Swift
FOTOGRAFIA: David Tattersall
MÚSICA: Henry Jackman
DURACIÓN: 85 minutos

 
       

Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Hay un aire familiar en Buda explotó de vergüenza que muchos de quienes hayan visto películas como El globo blanco (Jafar Panahi, 1995) o Niños del cielo (Mayid Mayidí, 1997) reconocerán. Detrás de estos trabajos hay cineastas iraníes que no sólo representan pequeños grandes dramas de la cotidianidad en los estratos bajos de los países musulmanes, sino que los desarrollan a partir de la mirada infantil.

La cinta de Hana Makhmalbaf —quien terminó el largometraje cuando tenía apenas 19 años— cuenta la historia de Baktay (Nikbakht Noruz), una pequeña afgana que decide ir a la escuela luego de escuchar a su vecino, Abbas, repasar sus lecciones y leer sus primeras líneas. Sin embargo, la pobreza que parece ser el común denominador de la región, le impide comprarse un cuaderno y un lápiz.

Pese a la sencillez del conflicto planteado, la directora pretende introducir un discurso político mucho más profundo y no del todo sutil, como podría pensarse. La primera escena de su película corresponde al año de 2001 y en ella se observa el momento en que el régimen talibán vuela en pedazos una de las enormes estatuas de Buda, talladas hace unos mil 500 años en una montaña de Bamiyán.

Símbolo de la ignorancia y el fundamentalismo del gobierno afgano, Makhmalbaf hace de las cuevas existentes en esa misma montaña, el hogar de Baktay y Abbas. El conflicto mayor de estos niños no es, pues, conseguir dinero para comprar una libreta, sino el contexto violento, machista y totalitario en el que se educan, con pequeños que no van a la escuela sino que participan en sofisticados juegos de guerra en los que se asumen violentos defensores de su fe contra la influencia occidental, sojuzgando a las mujeres de la peor manera posible.

Con una economía de recursos notable, Buda explotó de vergüenza llega a ser un trabajo muy eficiente narrativamente, que angustia por la indefensión e ingenuidad de su pequeña protagonista en un contexto sumamente hostil.

El de la joven realizadora es más que un ejercicio como narradora para conmover a las clases medias de la culposa sociedad occidental. Por otro lado, la apuesta por la educación como el gran elemento que permitiría superar desigualdades y prejuicios en el mundo musulmán parece simplista. para mí al menos, queda la gran duda acerca de quiénes exactamente conforman el público a quién intenta llegar con su discurso político-social.

 
 
 
 
       

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