Juan Carlos Romero Puga | @jcromero

Red eye, la más reciente película de Wes Craven, quien retoma el término que se usa en Estados Unidos para denominar al avión que despega a la media noche, tuvo una acogida inmejorable por parte de la crítica, al grado de que Rolling Stone la definió como el mejor thriller del verano.

No obstante, la verdad es que Vuelo nocturno es un trabajo disparejo que va de un muy bien manejado suspenso claustrofóbico a una cinta de acción llena de excesos, no obstante el espléndido trabajo de sus protagonistas, el enigmático Cillian Murphy y la cada vez más inteligente Rachel McAdams.

La primera mitad vale muchísimo la pena. El planteamiento es por demás agradable para un thriller psicológico: una pareja, Lisa Reisert (McAdams) y Jackson Rippner (Murphy) se conocen en la sala de espera de un aeropuerto, donde coinciden numerosas veces luego de que el vuelo de ambos se ha retrasado.Lo novedoso de esto es que Wes Craven arranca su historia planteando lo que bien podría ser una comedia romántica como Jet Lag, y de hecho sostiene ese tono hasta que el avión toma pista.

Una vez que esto ha sucedido, la historia se transforma y Rippner confiesa ser un ejecutor, involucrado en la planeación del asesinato de un secretario de Estado, de modo que sus encuentros no son fortuitos; ella está ahí para ayudarle.

Mientras están atrapados a 30 mil pies de altura, la cinta mantiene cierto toque perturbador. Literalmente, cuando el relato y el avión tocan tierra, Vuelo nocturno se convierte en un slasher del tipo de Pesadilla en la calle del infierno, con la persecución frenética de un asesino que pierde completamente de vista su misión inicial.

Al igual que Vincent, el asesino a sueldo interpretado por Tom Cruise en Colateral, Cillian Murphy se convierte en una suerte de Terminator; una máquina de matar a quien no le hacen el menor daño los leñazos más contundentes y que incluso puede seguir ya no digamos caminando, sino corriendo con un objeto atravesado en la garganta.

En suma, los últimos 40 minutos son una reedición de cosas ya vistas. Autos conducidos a gran velocidad; destrozos; un asesino acechando tras la puerta, cuchillo en mano, a su víctima y un final fallidamente gracioso en el que la heroína se maneja como si nada interesante hubiera ocurrido en las 12 horas previas.